miércoles, 16 de octubre de 2024

NANIO (CUENTO)

  




   NANIO 


-Manda a bañar a tu madre, hijo e puta, se escuchó decir a Nanío

mostrando su dentadura maltratada por el descuido.


Nanío era un personaje conocido por todos en el poblado. Su mente

se fue de viaje, y la abandonó mucho antes de que alcanzara la

pubertad, y eso era algo que todos sabían, menos ella.


Sus días los pasaba en el monte, fuera del bullicio de la gente, y

nunca se supo si su cuerpo llegó a descubrir el frío del agua, ni el olor

del jabón, aunque fuera de cuaba.


Cuando alguien osaba a mencionar la palabra baño, explotaba con un

mal humor terrible, y comenzaba a lanzar todo tipo de improperios y

maldiciones, a quien lo hiciera. Una loca mansa, como decían los

vecinos de La Cabirma.


La Cabirma era un pequeño poblado de casas con paredes de tablas

de palma, cobijas de yaguas, y con blancos pisos de barro. Un caserío

rodeado de caoba, palmera, mango, aguacate, cedro, guama y robles.

Para sus habitantes, la estridente voz de Nanío era conocido por

todos, y cuando la escuchaban, era recibida con el mismo

comentario:


-Ahí viene Nanío. Busquenla algo de comer a esa loca infeliz


A pesar de que ella entraba como perro por su casa, a cualquiera de

los hogares, en donde viera más de una persona reunida, y aunque

muchos la miraban con cierto recelo, por la poca higiene física que

mostraba, siempre era bien recibida, pues sentían pena por su

situación, y el destino que le había tocado vivir desde temprana edad.


Le ofrecían café, y comida, sin que nadie supiera cómo su cadavérica

figura había podido sobrevivir todos esos años, pues nunca aceptaba

un plato de comida, por más que insistieran, y siempre decía que no

comía en casa ajena, aunque ella no tenía una propia, y dormía debajo

de cualquier árbol, en donde le cojiera la noche.


Era todo un personaje, y nunca se apeaba un machete de su delgada

cintura, el cual usaba para protegerse de los tantos Demonios que la

perseguían a diario.


Muchas historias se tejieron sobre lo que la había llevado a su mundo

de locura, pero en realidad nadie sabía por cierto, cómo llegó a su

triste Estado.


Macario Ramirez, el Alcalde Pedáneo del pueblo decía que su locura

fue consecuencia de los abusos de su padre, cuando era apenas una

niña, mientras que su mujer, la vieja Sila Cáceres decía que fue por

una decepción amorosa, antes de cumplir los 15 años.


Pero todo esto eran sólo conjeturas, que nadie pudo nunca

comprobar.


Sus padres murieron cuando era una adolecente, siendo ella hija

única, y desde entonces comenzó su calvario.


-Nanío, y cuándo es que tu vas a casarte- Le preguntaba Macario en

forma jocosa


-Por qué tu no le preguntas a tu mujer, cuando es que va a dejar de

pegártela con el lechero?-Respondió Nanío a Macario, con sus

grandes ojos completamente abiertos, mientras todos explotaron en

carcajadas.


-Yo estoy casada por la Ley y por la iglesia Católica, apostólica y

Romana con el Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, y tengo

3 hijos, que son todos todos funcionarios del gobierno-Les dijo.


-Y qué hace alguien tan importante como tu en este campo?- Le

cuestionaba Sila Cáceres, mientras reía


Mi Marío me envió a descansar, pero pronto vendrá a buscarme.


Todos se reían de sus desvaríos, y la veían como un objeto de

entretención en momentos de aburrimiento, que para ellos era algo

constante.


La sesión de preguntas y respuestas continuó toda la tarde, entre

carcajadas de los presentes


Dudo mucho que Nanío, en su cerebro pudiera procesar la razón de la

risa de todos, ni tampoco pienso que le importara.


De la misma forma en que llegó, al caer la tarde se fue lentamente,

bajando la cuesta en donde se encontraba la casita de Macario y Sila

de vuelta a su mundo especial, en donde el tiempo y la razón no

existían.


Así se acercaba a su fin un día más de tantos para ella, en donde su

felicidad tan sólo dependía de la capacidad que poseía para soñar con

un mundo irreal, pero del que ella fue siempre, su única protagonista.

martes, 15 de octubre de 2024

REFLEXIONES

         REFLEXION I


Que el mañana nunca existe

Es cosa bien comprobada

Pues después del hoy no hay nada

Y lo podemos saber


Es muy fácil de entender

Si pensamos seriamente

Que el mañana es solo el hoy

Y así lo será por siempre


REFLEXION II


La verdad es solo una

Sin importar quien la diga

Siempre ha sido la enemiga

De engaños y falsedades


No existen media verdades

Tampoco medias mentiras

Desde que el mundo fue mundo

La verdad siempre es la misma.


miércoles, 9 de octubre de 2024

LEYENDA DE UN BATEY (Cuento)




 



EL BACA


Gallareta era un Batey como muchos otros propiedad de los Ingenios del gobierno en la región Este del país, en donde la vida era una rutina aprendida a fuerza de necesidad.


Como en todos los bateyes, no había electricidad, ni escuelas, ni dispensarios médicos, y mucho menos hospitales.


Un camino polvoriento. Una bodega. Tres barrancones a ambos lados del camino, y la casa del Mayordomo.


Por igual tenía una pileta de cemento con un molino de vientos, en donde los animales saciaban su sed, y en donde los niños  jugaban y se bañaban sin ponerle mucha atención a la triste realidad que les rodeaba, y en donde las haitianas lavaban la ropa, para luego asear sus cuerpos.


Sólo la voz del carretero, arreando sus bueyes, alteraban la quietud  de aquello, que más que un poblado, era un cementerio de gente que llevaban consigo la marca de la muerte en sus frentes, sin siquiera notarlo.


Pocas cosas importantes acontecían en Gallareta, siempre sumido en la misma rutina.


Pero eso llegaría a su fin muy pronto, pues corrían rumores de la existencia de un “Bacá”.  Una especie de ser diabólico con poderes increíbles, que llenó de inquietud y desasosiego, la vida tranquila de aquel cementerio de hombres y mujeres vivos.


Todos juraban haberlo visto, en algún momento.


Su cuerpo brillante, bañado en algún tipo de aceite o grasa, que usaba para evitar ser capturado por alguien.


Los pobladores lo llamaban Meloguindo Pié.


Sí, ese era su nombre, y todavía nadie podía explicar de dónde había llegado ese individuo a este Batey.


Se tejieron muchas historias sobre él, y se decía que había violado a varias mujeres, y se había robado varios chivos, gallinas, y que hasta había sacrificado varias vacas, para tomarse la sangre y hacer sus ritos satánicos.


Meloguindo Pié, más allá de la fama adquirida, debió ser un hombre con sobrada valentía, pues llegó a la osadía de desafiar a las autoridades y a todos los habitantes del Batey, enviando señales de acciones que llevaría a cabo, con detalles de días, y horas, de cuando llegaría al poblado, a hacer sus fechorías.


Esas noches nadie dormía, a espera de aquel legendario personaje, pero al final, este hacía lo que había predicho, sin que nadie pudiera detenerlo, pues mientras más creían que lo tenían cercado, más fácil se les escurría de las manos.


Eso fue aumentando su fama, y el temor que los pobladores sentían por él, pues nada ni nadie estaba seguro en Gallareta.


Un día, luego de haber perdido a varios de los haitianos que vivían en el Batey, pues estos habían decidido abandonar el poblado, para irse a otros lugares más seguros con sus familias, el Mayordomo llamó a los pobladores a reunirse frente a la Bodega del poblado.


-Levé pisé. Levé pisé gritaba Pancho Rodriguez, mientras tocaba una hoja de lata con un machete.


Este era el diario llamado para que los haitianos se levantaran, e iniciaran el diario ritual para irse al los campos del corte de caña.


Pancho Rodriguez, era el Mayordomo, un hombre de temple fuerte, con carácter de un militar de los tiempos del Dictador Trujillo.


-Esta noche, el Bacá, va a terminar sus andadas, pues a las 10, voy a salir con 2 hombres a buscarlo donde quiera que se encuentre, y no volveré, hasta tanto lo tenga amarrado.


Pancho tenía 3 hijos, los cuales convivían con él, en la casa que le proveía el Ingenio.


Rosa era la mayor, y a falta de su madre, le tocó el trabajo de cuidar de sus 2 hermanos menores.


Ellos, al igual que el resto del Batey, poco podían conciliar el sueño, ante las andadas de Meloguindo Pié, o el Bacá como todos le conocían.


A su temprana edad, eran presas fáciles de este tipo de leyendas.


Rosa llorosa le pedía a su padre que se los llevara a otro pueblo, y este ante sus súplicas, decidió que era el momento de terminar con todo aquello.


A las 10 de la noche exactamente, Gregorio Rodriguez montó su caballo, y acompañado de dos de sus trabajadores, se adentra hacia los cañaverales que rodean el Batey, en busca del bacá.


Pasaron toda la noche en sus afanes, tras los pasos de Meloguindo Pie.


Al despuntar del día, todos los pobladores del Batey dirigieron sus pasos hacia la bodega, a espera de encontrar noticias de lo acontecido con Gregorio y sus acompañantes, la noche anterior.


Luego de unos minutos, lograron ver a Gregorio Rodriguez y sus dos ayudantes en la distancia, dirigiéndose de manera pausada hacia el Batey.


Una cuarta figura se podía ver, pero esta no montaba caballo.


Al llegar al frente de la bodega se detuvieron, y los pobladores pudieron por fin ver la figura del Meloguindo Pié, envuelto en más soga que un andullo.


-Se acabaron los problemas en Gallareta- Dijo Gregorio, observando a todos, desde su caballo.


-El bacá no es tal, y sólo existe en el miedo que crea la ignorancia.


Lentamente Gregorio se dirigió a su casa, y al entrar se fue directamente a la cocina, donde tomó una taza de café recién colado por Rosa, para luego sentarse  en la vieja mecedora que tenía en el balcón de madera, concentrando su mirada en el verdor de los cañaverales que bordeaban la vieja casa.


Luis A, Caridad Ceballos


sábado, 5 de octubre de 2024

DE TANTO QUE TE AME

 



DE TANTO QUE TE AME


De tanto que te amé me había olvidado,

que no se debe amar a un imposible.

Pues se muere el amor que solo vive,

encerrado en la cárcel de un pasado.


Y aunque tu amor tan solo lo he soñado,

para ocultar locuras no posibles.

La esperanza en mi por siempre vive,

de hacer de un imposible lo anhelado.


Caminando de mano de mis sueños,

tu realidad me ahoga cada día

en mis horas de amor y de desvelos.


Tus manos se entrelazan con las mías,

y ahogados en la magia de mis versos,

tu muerte se convierte en mi agonía.


Luis A. Caridad Ceballos

ME QUEDA TODO

 




ME QUEDA TODO


¿Que fuiste tú el primero?

En verdad no me importa,

si eso te satisface,

espero que seas dichoso.


De un manantial creciente

tomaste el primer sorbo,

De lo que no apreciaste,

a mi me quedó todo.


Te llevaste sus lágrimas,

El dolor, las heridas

Los días de tristezas

Caricias no vividas


Me quedaron sus besos

Su candor, su ternura

La pasion encarnada

En noches de locuras


Tu te llevaste días

De penas y desconsuelo

Ilusiones perdidas

En noches de desvelos


Me quedó la frescura

De su amor delirante

Y el candor de un amor

Que tú no valoraste

TIEMPO




TIEMPO


Infinito sentir de otros años

Ruidoso cual cañón atragantado

Reliquia olvidada de un pasado

Viejo amigo de ayer, un ser extraño


Espacio que llenó mil batallas

Perdido entre letras de algún diario

Tirado en el baúl cual calendario

Caja de Letras muertas y olvidadas


Triste mensaje sin destinatario

Formalidad convertida en rutina

Odisea que llegó y no termina

Un cristo a la puerta del calvario


Vida que pasa ante mis ojos

Un andar sin conocer el camino

Arando mil surcos de un destino

Cuyo final apenas reconozco


Senda interminable que no cesa

Líneas paralelas, estandartes

Que caminan juntas sin tocarse

Tiempo que perece y no regresa 


Luis A. Caridad Ceballos

A UN AMOR PERDIDO

A UN AMOR PERDIDO


 

MADRE TIERRA

MADRE TIERRA 

 


CUANDO NO ESTE

 



CUANDO NO ESTE


Cuando ya no esté no quiero tristezas,

quiero una sonrisa tatuada en tu cara

Quiero que me guardes bajo la almohada,

en la que en las noches pones tu cabeza.


Guardaré tu sueño cuál rico tesoro,

al que todos buscan, y al que nadie encuentra

Yo seré el Guardián que cuida tu puerta

Tu serás la luz que alumbre mi todo.


Un coro de lirios cantarán canciones,

de amores furtivos, como nuestros sueños

Y hasta el colibrí entonará risueño,

una melodía que hable de amores.


De amores que matan, amores que viven,

Para los que el mundo, y el tiempo no existen

Amores celestes, amores sublimes,

que todo lo pueden, y todo resisten


Dos almas gemelas que un día juraron,

amarse por siempre en esta y otra vida

Un amor voraz, sin fin, sin medida,

que el tiempo y distancia, nunca sepultaron


Luis A. Caridad Ceballos

BESO EL AGUA A LA PIEDRA




BESO EL AGUA A LA PIEDRA


Besó el agua a la piedra

al pasar sobre ella.

Le murmuró al oido

su amor perecedero.


Que al pasar por su lado

la quiere inmensamente,

y al dejarla la olvida

como si hubiera muerto.


Luis A. Caridad Ceballos

AMOR INCIERTO

 



AMOR INCIERTO


Me acostumbré al aroma de su cuerpo.

A la dulce ambrosía de sus labios

Y convertí su boca en un estuario,

Donde saciar mi sed con cada beso.


Recosté mi cabeza entre sus pechos,

Cordilleras al borde de aquel valle

Milagro de la vida en un paisaje

Repleto de manzanas y cerezos.


Ella fue más que vida y que la muerte

El todo que llegó a llenar mi nada,

Fue en mi oscuridad, luz de mañana

Que llenó de pasión mi cuerpo inerte


Arcoíris danzante repleto de colores

Nubes plasmada en lienzo, bellas flores

Sol que iluminaba el cielo infinito.


Dama de mis tormentos en noches de desvelo

Bella mujer a La que mi amor profeso

Sin saber era cierta, o solo un mito

LLORA LA LUNA




LLORA LA LUNA


¿Por qué no salió la Luna?

¿Por qué la Luna se oculta?.

La Luna se puso triste,

triste se puso la Luna.


La Luna estaba llorando,

no llores, bendita Luna.

Que ella abrirá su ventana,

para mostrar su hermosura.


Los dos nos pusimos tristes

Al observar su premura.

Al verla partir silente,

En esa noche infortuna.


La Luna estaba llorando,

no llores, bendita Luna.


Aún me queda la ambrosía,

Dulce de sus tiernos labios.

Me quedan bellos recuerdos,

Llenos de amor y ternura.


Luna no te pongas triste,

No llores, bendita Luna.


Luis A. Caridad Ceballos

QUE?

 



QUE


Qué

Del niño que juega sin importarle nada

Que lame sus heridas sin voltear la mirada.


Qué

Del hombre que sueña con nuevos horizontes

Que en busca de aventuras se entrega a sus amores


Qué

Del viejo que pausa su caminar alegre

Para beber del río de la vida y la muerte


Que de mi?

AL VIEJO TREN DE ARMERIA





AL VIEJO TREN DE ARMERÍA


Llora la tarde empapada de melancolía,

el reloj marca las tres,

y el sonar del viejo tren anuncia su llegada.

El preámbulo anunciado de una nueva partida.

Nuevas caras, nuevas historias,

para un mismo camino.

Nuevas cargas, nuevos sueños,

y entre risas y cuentos,

una copa de un buen vino.

Los mismos rieles, los mismos paisajes,

las mismas estaciones.

El mismo caminar inadvertido,

de un viejo tren que poco a poco,

inexorablemente se acerca

al final de su destino. 


Luis A. Caridad Ceballos

viernes, 4 de octubre de 2024

LA LIBERTAD

 




                                                                       LA LIBERTAD 


La libertad no es
el verbo abstracto de los hombres,
sino el objetivo hecho
que nos muestran las aves.

Luis A. Caridad Ceballos

LO QUE QUIERO

 


LO QUE QUIERO


                                                        No quiero que me digas

las cosas no sentidas.


Las ruidosas palabras 

que navegan el viento y 

dejan tras sus pasos,

la estela de un silencio.


No quiero

la fría monotonía de un eco.

Ni la tosca mudez que nos regala el tiempo.


De ti solo quiero un gesto,

una mirada,

una caricia,

la frescura de un beso,

o la plena sencillez de lo que tengo.


Luis A. Caridad Ceballos

LAS OLAS

 



                                                                    LAS OLAS


Admiro el tesón de las olas

que  se lanzan contra los arrecifes, 

sin lograr herirlos

en su intento.


Admiro la insistencia de las olas,

que se rebelan contra

el muro que las estanca,

y buscan expandirse, 

para igualarse al cielo.


Luis A. Caridad Ceballos


NO ESTAS SOLO

                                                    



                                                     Tu no estás solo

en la meridiana oscuridad de este cielo.


Aunque vagues  dando tumbos

 por las calles saturadas de figuras irreales.

De esqueletos imperfectos. 

De mecánicas siluetas que deambulan, 

sin un Norte que les señale algún rumbo.


Tu no estás sólo en la meridiana oscuridad de este cielo.


Aunque camines sobre innumerables cadáveres,

 sin reparar en su presencia.

Aunque oigas el eco lúgubre de un grito,

 sin detenerte a escucharlo.


Tu no estás sólo en la meridiana oscuridad de este cielo.


Cuando te sientas rodeadode figuras irreales.

Cuando veas esqueletos reclamando

tu presencia.

Cuando sientas como un nudo

se te forma en la garganta, y sientas miedo. 

Y tu ingravida figura veas rodar por este suelo.


Entonces te darás cuenta, que aunque así lo hayas creído.


Tu no estás sólo en la meridiana oscuridad de este cielo.


Luis A. Caridad Ceballos




PEDRO Y LAS 100 MONEDAS DE ORO (CUENTO)

                    


                                

PEDRO Y LAS 100 MONEDAS DE ORO

Don Gregorio López era un hombre cauto en todo, especialmente con el

dinero. Algo que no caía bien con sus dos hijos, pues a pesar de que para

ellos su padre tenía mucho dinero, este no era muy espléndido con ellos.


Juan era el mayor de sus dos hijos, y rara vez ayudaba a su padre en el

colmado.


Juan tenía sólo 2 obsesiones en la vida. Los gallos, en los cuales apostaba

cada peso que conseguía, y el deseo de heredar a su padre, para irse a la

ciudad a disfrutar de la vida.


Nunca mostró amor por su padre, y a este le dolía, por lo que sabía que si

le daba la herencia en vida, este la perdería por completo en los gallos.


Por su parte Ernestina sólo tenía mente para sus sueños de un Príncipe

azul que llegaría a su vida en cualquier momento, para irse de aquel

campo que la ahogaba, y no le permitía vivir.


Para Ernestina no habían “partidos” en ese campo, por lo que nunca

perdió la esperanza de que alguien llegaría de la ciudad a rescatarla, y

sacarla de aquel hoyo en donde se ahogaba.


Desde muy temprano Don Gregorio abría la puerta de su colmado, y se

sentaba en su mecedora, oliendo el humo de cigarro que lo acompañaba

todo el día, mientras su perro lo observaba con ojos dilatados, a espera

de que el Don, notara su presencia y le diera algo de comer.


Para Don Gregorio el día transcurría de manera lenta, en un ritual lleno de

monotonía, a la espera de algún cliente que perturbara su conversación

con la soledad.


-Van a ser las doce- Dijo Don Gregorio


Lentamente se paró de su mecedora, y a paso muy despacio, comenzó a

cerrar las dos puertas del colmado, como lo hacía cada día, a esa hora.


Era la hora de su caminata diaria, acompañado por su perro, y su

entrañable amigo, al que veía como un hijo.


Miraba detenidamente hacia el camino como en busca de algo, que

habría de venir, y efectivamente, una figura pequeña se divisaba a lo

lejos, corriendo despavorido, como el que viene corriendo del mismo

Diablo.


Era Pedrito, un mozalbete de 14 años, que cada día acompañaba a Don

Gregorio a dar su caminata, acompañado de su perro fiel. Este era un

ritual que se repetía desde que Pedrito tenía 8 años.


Pedrito era hijo de Graciela y Eusebio, ambos fallecidos, por lo que desde

los 8 años fue criado por su Abuela materna, Doña Teresa, quien se

levantaba y acostaba abrazada de una botella de alcohol, que era más

que un vicio, una necesidad para poder vivir y sobrellevar sus penas.


Pedrito se distinguía por ser muy amoroso. No asistía a la escuela, pues

su abuela Graciela demandaba de su cuidado, y sólo le daba tiempo para

dar su caminata con Don Gregorio, a quien quería como al padre que no

tenía.


Doña Gabriela había sido abandonada por su esposo, quien a los 50 años

decidió llevarse a una muchachita de 20, y desde ese momento, la botella

se convirtió en su compañía obligada.


Don Gregorio, Pedrito y el perro se aventuraron a su caminata diaria,

como cada dia, y al regresar, Don Gregorio abría la puerta del colmado, y

de nuevo se sentaba en su mecedora, mientras Pedrito se sentaba en un

banquito que el Don había construido para él, y con cara ensimismada

escuchaba atentamente cada una de las historias que Don Gregorio le

contaba.


A las seis de la tarde era hora de cerrar, y para Pedrito marcaba el final

de su día con Don Gregorio, pues tenía reluctantemente que regresar a la

casa, en donde nada bueno le esperaba.


Don Gregorio entró a su aposento, y buscó un cofre de madera, el cual

mantenía fuera del alcance de sus dos hijos.


En el cofre había una fotografía que se había tomado con Pedrito y con

su perro, la cual atesoraba, por el amor que sentía por ambos.


También tenía una funda vieja de tela, y en ella guardaba toda su

fortuna: 100 monedas de oro, de la cual sus hijos conocían su existencia,

pero no su ubicación.


Salió sin prisa al patio, con una pala, y poco a poco cavó un hoyo, en el

que enterró su preciado cofre.


-Qué pasaría si mi memoria me falla, y no logro recordar en donde he

escondido el cofre? - Se preguntaba.


-Voy a sembrar un pino encima del hoyo, y lo voy a regar todos los días, y

así podré recordar en donde se encuentra el cofre- Y así lo hizo.


Desde aquel día, y luego de regresar de cada caminata cuando bajaba el

sol, el Don salía al patio con Pedrito, y ambos regaban el pino que el Don

había sembrado en el patio.


-Pedro, -Dijo Don Gregorio a su querido amigo


-Algún día este árbol, y el amor que sientes por mí, van a cambiar tu vida,

cuando menos lo esperes.


Pedro no entendía el significado de lo que Don Gregorio decía, y

continuaba regando el pino, sin preocupación alguna.

Así transcurría el tiempo, entre los resabios de los hijos de Don Gregorio, y

la rutina diaria del Don, su perro, y Pedro.


Una tarde como siempre acostumbraba Pedrito llegó apurado al frente

del Colmado de Don Gregorio, pero esta vez, este no lo estaba esperando.

En cambio vió a sus dos hijos, a quienes preguntó por Don Gregorio.


Lo siento Pedrito, pero Don Gregorio falleció de manera repentina- le dijo

Juan.


Pedro lloró en forma desconsolada por la partida de su amigo, del cual no

pudo siquiera despedirse, y cabizbajo tomó el largo camino de regreso a

su casa.


Esa noche no pudo dormir, pensando en quién cuidaría del perro de Don

Gregorio, y quién regaría su pino, y en todas las vivencias que tuvo junto

a Don Gregorio, y tan pronto amaneció volvió al colmado, para

asegurarse que no se perdiera el entierro de su amigo.


Al llegar al colmado encontró ambas puertas abiertas de par en par, y

parecería como si un huracán hubiera pasado en la noche, pues todos los

estantes estaban en el suelo, y las mercancías habían desaparecido.


Por igual todo el piso estaba lleno de hoyos. Alguien lo había cavado,

como si estuvieran en busca algo.


Juan apareció en la puerta sorprendido de ver a Pedrito, y le dijo:

-Nos vamos a mudar a la ciudad, ya que no tenemos nada que nos ate a

este sitio.


Pedro preguntó- “Puedo quedarme con el perro de Don Gregorio, y de ser

posible con el Pino que sembró en el patio, para cuidarlos y para

recordarlo todos los días?


-Claro. Puedes venir por ambos mañana, luego de que nos vayamos a la

ciudad.


Muy de mañana Pedrito regresó a la casa con una pala, dándose cuenta

de que los hijos de Don Gregorio ya se habían marchado del pueblo, y

encontró al perro de Don atado al pequeño pino que este había sembrado

en el patio.


Soltó al perro, y con mucho cuidado cavó un hoyo alrededor del pino, y lo

extrajo colocando en un tarro que había traído consigo.


Al sacar el pino, Pedrito notó algo brilloso saliendo del hoyo, y para su

sorpresa vió un cofre de madera, el cual abrió, y en su interior encontró

una foto en la que estaba con Don Gregorio y su perro.


Luego vió una vieja funda de tela, y en su interior, pudo observar las 100

monedas de oro, que Don Gregorio había guardado.


Tomó de nuevo la foto, y vió lo que estaba escrito en la parte de atrás:


-El amor y los buenos sentimientos cambiarán tu vida para siempre”


Don Gregorio López

NANIO (CUENTO)

      NANIO  -Manda a bañar a tu madre, hijo e puta, se escuchó decir a Nanío mostrando su dentadura maltratada por el descuido. Nanío era u...